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Beraka Tours - Un insólito mundo en Canaima

Un insólito mundo en Canaima

 
Un recorrido por la selva venezolana es garantía de toparse con paisajes asombrosos. La sabana, los tepuyes y sus caídas de agua, incluyendo el asombroso Salto Ángel, atraen a turistas de todo el mundo.
 
Bolívar es el estado más grande de Venezuela. Es refugio de aventureros y de los viajeros curiosos porque está lleno de paisajes insólitos. Entre sus limites está el Parque Nacional Canaima, creado el 12 de junio de 1942 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994. es uno de los parques naturales más grandes del planeta, con tres millones de hectáreas que guardan hacia el oeste a la Gran Sabana y hacia el este al Salto Ángel, así como otra serie de caídas de agua y lagunas que refrescan la existencia. Los tepuyes, que tienen entre 900 y 3.500 millones de edad, van arropando el paisaje y una vez allí, la vista no se cansa de descubrir tanta grandeza.
El Parque Nacional Canaima no se visita de manera improvisada. Lo mejor es buscar algún tour y seguir su guía. Las aguas son temperamentales y los caminos pueden llevar a laberintos sin salida; hay que dejarse llevar de la mano, cuidar y disfrutar todo lo que va apareciendo ante nuestros ojos.
La meta siempre será el Salto Ángel.
En el libro de Records Guinness esta caída de agua aparece como la más alta del mundo. son 980 metros de agua que se avienta desde el borde del Auyantepuy, una formación rocosa de Canaima que si bien no es la más alta (2.400 metros), sí es la más extensa, pues cubre 700 Kms cuadrados. Para no confundir, hay que decir que el Salto Ángel no forma parte de la Gran Sabana, selva adentro, y para llegar hasta él hay que seguir una ruta definida que va a mantener ocupado al viajero al menos durante tres días. 
 
La travesía para llegar al famoso salto comienza un día antes en la Laguna de Canaima, una suerte de playa dulce que se forma con el agua del río Carrao. Llama la atención porque de buenas a primeras el agua se ve de tonos rojos y la arena es rosada. Desde la orilla se dejan ver dos saltos: Ucaima y la Golondrina. Para ir un poco más allá es necesario abordar una curiara -embarcación de madera rustica con capacidad para unas 20 personas-, con fin de refrescarse con el rocío de los saltos Wadaima y El Hacha, uno de los que más impresiona por la fuerza con la que cae.
La curiara se detiene unos tres minutos más arriba, en la isla Anatoliy, desde la que se inicia una caminata de 40 minutos para llegar al salto El Sapo y El Sapito. Esta ruta da una idea cercana de lo que se siente caminar por la selva. No es exigente, pero se recorre entre árboles tupidos y curiosidades. Ese primer contacto con Canaima es como una especie de abreboca para, al día siguiente, partir río arriba al encuentro con el Salto Ángel.
 
LA RUTA
Justo al amanecer se inicia una caminata breve hacia el Salto Ucaima. Desde allí, las curiaras esperan para comenzar la navegación por los ríos Carrao y Churún durante cuatro horas, que solo se ven interrumpidas por una caminata obligada de 45 minutos al llegar a los rápidos de Mayupa; aquí la fuerza del río no permite cruzarlo con tantos pasajeros. Todo el camino se hace en medio de los tepuyes, con el Auyantepuy como fondo insuperable, el agua quieta y un silencio que estremece.
Es justo después de tres horas de navegación cuando se enlaza con el río Churún para hacer la última parte del recorrido. La promesa, que siempre se cumple, es que justo al entrar a lo que se conoce como el Cañó del Diablo: el Salto Ángel se dejará ver a lo lejos. Luego de 20 minutos, la curiara se detiene en Isla Ratón, donde se dispone un campamento para pasar la noche.
Una vez aquí, se inicia una caminata de hora y media por una selva tupida y exigente, con subidas empinadas, para llegar hasta el mirador Laime, el sitio mas cercano a Salto Ángel desde donde puede apreciarse toda su grandeza. Pero hay un poco más: 15 minutos más allá es posible alcanzar la poza del salto y darse un baño en agua helada.
El camino se hace de vuelta ya casi al caer la noche, con la garantía de un descanso y un sueño reparador a los pies del salto y toda su energía. Al día siguiente, al amanecer, se parte de nuevo a la Laguna de Canaima para tener nueva aventura que contar al regresar a casa.
 
* Nota tomada de la revista Avianca Vol. 2 No. 26