La costumbre de prender velitas el 7 y el 8 de diciembre siempre ha tenido en nuestro país un soporte religioso. Además concuerda con la celebración del día de la Virgen Inmaculada.
Las velas se encienden para agradecer a Dios por todos los favores recibidos. Sin embargo, desde milenios el fuego ha despertado en los hombres un sentimiento muy especial: salir de la oscuridad para entrar a la luz, a la verdad y a la vida eterna.
Comparta esta sana tradición en compañía de sus familiares y seres queridos. Que la luz de estas velas le guíen hacia la realización de sus metas.